La taza de té. (Parte 1)
=)
- Ven.
Le dijo mientras tomaba su mano.
Juntos caminaron por el bosque, iban a una pequeña cabaña cerca del río. Sus pies se perdían entre el pasto aunque ese silencio incómodo se formó durante el camino, ella intentaba romperlo.
- ¿Cómo has estado?
- Bien, he estado bien.
- Te ves diferente.
- Sí, el tiempo no pasa en vano, respondió.
Ella se detuvo un momento, miró hacia el cielo y vió pasar una parvada al mismo tiempo que las nubes cambiaban su camino. Sonrió y volteó para verlo; ahí estaba él, después de tantos días, después de tantas horas, después de muchos meses. Estaban ahí.
- ¿Qué miras?, le preguntó.
- Nada, el cielo, ¿caminamos? - Sí, dijo él.
Las cosas no fueron fáciles, ella había sido la más afectada debido a su ceguera llamada amor.
- ¿A dónde vamos?
El camino era un poco largo, pero el paisaje maravilloso, el pasto verde y fresco, las aves revoloteando entre los árboles y el ruido del viento que mueve los grandes pinos y encinos, las hojas que caen acariciando su cabello, el ambiente emanaba una extraña paz.
- A un lugar que te va a gustar. ¿Quieres descansar?
- No, prefiero que sigamos.
Ella soltó su mano, se quitó los zapatos adelantándose dos pasos, volteó y le dijo:
- ¡Alcánzame!
Y se echó a correr...
- Ven.
Le dijo mientras tomaba su mano.
Juntos caminaron por el bosque, iban a una pequeña cabaña cerca del río. Sus pies se perdían entre el pasto aunque ese silencio incómodo se formó durante el camino, ella intentaba romperlo.
- ¿Cómo has estado?
- Bien, he estado bien.
- Te ves diferente.
- Sí, el tiempo no pasa en vano, respondió.
Ella se detuvo un momento, miró hacia el cielo y vió pasar una parvada al mismo tiempo que las nubes cambiaban su camino. Sonrió y volteó para verlo; ahí estaba él, después de tantos días, después de tantas horas, después de muchos meses. Estaban ahí.
- ¿Qué miras?, le preguntó.
- Nada, el cielo, ¿caminamos? - Sí, dijo él.
Las cosas no fueron fáciles, ella había sido la más afectada debido a su ceguera llamada amor.
- ¿A dónde vamos?
El camino era un poco largo, pero el paisaje maravilloso, el pasto verde y fresco, las aves revoloteando entre los árboles y el ruido del viento que mueve los grandes pinos y encinos, las hojas que caen acariciando su cabello, el ambiente emanaba una extraña paz.
- A un lugar que te va a gustar. ¿Quieres descansar?
- No, prefiero que sigamos.
Ella soltó su mano, se quitó los zapatos adelantándose dos pasos, volteó y le dijo:
- ¡Alcánzame!
Y se echó a correr...
*** Continuará...
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