El científico X.
=)
Guardó la carta, tomó sus cosas y salió directo al departamento. Ya no regresó a clases, estaba muy confundido para dar cátedra esa tarde.
Tomó un taxi porque no tenía cabeza para manejar, pagó sin esperar cambio y subió corriendo las escaleras; su nerviosismo no le dejaba abrir la puerta a la primera. Por fin pudo entrar.
Lo único que se le ocurrió fue usar la computadora para comunicarse con ella.
Hizo conexiones a todos los medios en dónde podía encontrarla, pero ella no estaba en línea, ¡qué hago! se preguntaba.
En ese momento su teléfono sonó, contestó nervioso:
- Bueno.
- Hola, te llamé a la Universidad pero me dijeron que habías salido estrepitosamente, dónde estás?
- ¿Por qué tienes que vigilarme si yo no te importo?
- ¿Por qué me buscas solamente cuándo estás triste, si no te intereso más que cómo amigo?
- ¿Disfrutas usarme como consuelo particular?
- No, no, ¿estás bien?
- No, no estoy bien y no creo que te importe, así que llámame después.
Y colgó.
Un segundo después, el científico se dió cuenta que había hecho algo sorprendente, se había negado al pasado librándose de él.
Respiró profundamente, tomó de nuevo el teléfono y marcó.
- ¿Bueno?
- Hola.
- ¿Cómo estás?
- Bien, bueno, en realidad nervioso. ¿Podemos hablar?
- ¿Estás bien?
- Sí, solamente nervioso, ¿podemos hablar?
- ¿Es urgente?
- No, no es urgente, creo que es importante.
- ¡Dios mío! Por favor, dime que estás bien.
- Sí, sí, estoy bien, simplemente quiero que platiquemos.
- No puedo, ahorita no puedo hablar.
- ¿Cuándo puedes? Necesito verte.
- Es que no puedo...
- ¿Por qué? ¿Acaso tienes miedo?
- No, no tengo miedo, no tengo razones para sentir o tener miedo.
- Entonces, ¿por qué no podemos hablar?
- Porque en media hora sale mi vuelo.
- ¿Vuelo?
- Sí, mi vuelo, te mandé un correo para pedirte que nos viéramos, quería despedirme de tí, pero no recibí respuesta y no me dió tiempo hablarte porque tuve un imprevisto en el trabajo, así que pensé escribirte cuándo llegara a España.
- ¿Te vas a España?
- No, me voy a otro país, pero ahí estaré una semana, de vacaciones.
- Entiendo, bueno, simplemente quería decirte que leí tu carta.
- ¿Carta?
- Sí, la carta que me dejaste en la Universidad.
En ese momento ella sintió un gran nerviosismo, no comprendía cómo podía haber llegado esa carta a sus manos.
- ¿Por qué nunca me dijiste nada? ¿Por qué dejaste que te lastimara de esa manera? ¿Por qué no me pediste que callara mis aventuras con el pasado? ¿Por qué?
Un sollozo se escuchaba del otro lado de la bocina, un pequeño lapso silencioso llegó a la conversación.
- Tengo que irme, lo siento.
Y colgó.
La confusión del científico se incrementó a tal nivel que lo único lúcido que hizo fue sentarse frente a su computadora y ver que el correo de su amiga estaba entre todos aquellos que no leía.
Se dió cuenta que nunca leyó ninguno de los mensajes que le enviaba, algo se empezó a mover en sus entrañas, no sabía si era la impresión de enterarse que ella lo quería y que él ni siquiera se había dado cuenta o era la tristeza de ver que nunca tuvo un detalle para ella.
- Ella siempre me llenó de detalles y nunca los ví.
Sin pensarlo, abrió el correo:
"Querido amigo, sé que tus múltiples ocupaciones no te permiten tener un tiempo libre. Me gustaría darte algo, sabes, mañana salgo para Europa y no quiero irme sin despedirme...."
El mañana se había convertido en hoy, el presente que nunca llegó.
El timbre sonó, abrió la puerta:
- Es para usted Sr. firme aquí, por favor.
Firmó y dió unas monedas al mensajero.
Cerró la puerta y miró con admiración la flor que había recibido junto con una pequeña tarjeta:
"Disculpáme, no tuve tiempo de despedirme de ti, siempre te recordaré".
Su corazón no podía más y soltó a llorar, increíblemente se había cegado a la felicidad, se aferró tanto al pasado que nunca vió el presente y perdió un futuro al lado de una persona que lo amaba.
Lamentó haber perdido todo detalle de su amiga y no haberla puesto en su lista de prioridades, ahora comprendía por qué ella siempre atenta le escuchaba, las mismas veces que él se negó a verla.
Pero, ya era demasiado tarde.
De la serie:
El científico I.
El científico II.
El científico III.
El científico IV.
El científico V.
El científico VI.
El científico VII.
El científico VIII.
El científico IX.
Guardó la carta, tomó sus cosas y salió directo al departamento. Ya no regresó a clases, estaba muy confundido para dar cátedra esa tarde.
Tomó un taxi porque no tenía cabeza para manejar, pagó sin esperar cambio y subió corriendo las escaleras; su nerviosismo no le dejaba abrir la puerta a la primera. Por fin pudo entrar.
Lo único que se le ocurrió fue usar la computadora para comunicarse con ella.
Hizo conexiones a todos los medios en dónde podía encontrarla, pero ella no estaba en línea, ¡qué hago! se preguntaba.
En ese momento su teléfono sonó, contestó nervioso:
- Bueno.
- Hola, te llamé a la Universidad pero me dijeron que habías salido estrepitosamente, dónde estás?
- ¿Por qué tienes que vigilarme si yo no te importo?
- ¿Por qué me buscas solamente cuándo estás triste, si no te intereso más que cómo amigo?
- ¿Disfrutas usarme como consuelo particular?
- No, no, ¿estás bien?
- No, no estoy bien y no creo que te importe, así que llámame después.
Y colgó.
Un segundo después, el científico se dió cuenta que había hecho algo sorprendente, se había negado al pasado librándose de él.
Respiró profundamente, tomó de nuevo el teléfono y marcó.
- ¿Bueno?
- Hola.
- ¿Cómo estás?
- Bien, bueno, en realidad nervioso. ¿Podemos hablar?
- ¿Estás bien?
- Sí, solamente nervioso, ¿podemos hablar?
- ¿Es urgente?
- No, no es urgente, creo que es importante.
- ¡Dios mío! Por favor, dime que estás bien.
- Sí, sí, estoy bien, simplemente quiero que platiquemos.
- No puedo, ahorita no puedo hablar.
- ¿Cuándo puedes? Necesito verte.
- Es que no puedo...
- ¿Por qué? ¿Acaso tienes miedo?
- No, no tengo miedo, no tengo razones para sentir o tener miedo.
- Entonces, ¿por qué no podemos hablar?
- Porque en media hora sale mi vuelo.
- ¿Vuelo?
- Sí, mi vuelo, te mandé un correo para pedirte que nos viéramos, quería despedirme de tí, pero no recibí respuesta y no me dió tiempo hablarte porque tuve un imprevisto en el trabajo, así que pensé escribirte cuándo llegara a España.
- ¿Te vas a España?
- No, me voy a otro país, pero ahí estaré una semana, de vacaciones.
- Entiendo, bueno, simplemente quería decirte que leí tu carta.
- ¿Carta?
- Sí, la carta que me dejaste en la Universidad.
En ese momento ella sintió un gran nerviosismo, no comprendía cómo podía haber llegado esa carta a sus manos.
- ¿Por qué nunca me dijiste nada? ¿Por qué dejaste que te lastimara de esa manera? ¿Por qué no me pediste que callara mis aventuras con el pasado? ¿Por qué?
Un sollozo se escuchaba del otro lado de la bocina, un pequeño lapso silencioso llegó a la conversación.
- Tengo que irme, lo siento.
Y colgó.
La confusión del científico se incrementó a tal nivel que lo único lúcido que hizo fue sentarse frente a su computadora y ver que el correo de su amiga estaba entre todos aquellos que no leía.
Se dió cuenta que nunca leyó ninguno de los mensajes que le enviaba, algo se empezó a mover en sus entrañas, no sabía si era la impresión de enterarse que ella lo quería y que él ni siquiera se había dado cuenta o era la tristeza de ver que nunca tuvo un detalle para ella.
- Ella siempre me llenó de detalles y nunca los ví.
Sin pensarlo, abrió el correo:
"Querido amigo, sé que tus múltiples ocupaciones no te permiten tener un tiempo libre. Me gustaría darte algo, sabes, mañana salgo para Europa y no quiero irme sin despedirme...."
El mañana se había convertido en hoy, el presente que nunca llegó.
El timbre sonó, abrió la puerta:
- Es para usted Sr. firme aquí, por favor.
Firmó y dió unas monedas al mensajero.
Cerró la puerta y miró con admiración la flor que había recibido junto con una pequeña tarjeta:
"Disculpáme, no tuve tiempo de despedirme de ti, siempre te recordaré".
Su corazón no podía más y soltó a llorar, increíblemente se había cegado a la felicidad, se aferró tanto al pasado que nunca vió el presente y perdió un futuro al lado de una persona que lo amaba.
Lamentó haber perdido todo detalle de su amiga y no haberla puesto en su lista de prioridades, ahora comprendía por qué ella siempre atenta le escuchaba, las mismas veces que él se negó a verla.
Pero, ya era demasiado tarde.
- FIN -
De la serie:
El científico I.
El científico II.
El científico III.
El científico IV.
El científico V.
El científico VI.
El científico VII.
El científico VIII.
El científico IX.
Commentaires
La historia me encantó. Hoy reafirmo ser tu fan Soony ;)
Me alegra te haya gustado esta historia, creo que a mí también me gusto este final.
=P
Gracias por el comentario!!!
=)
Saludos,