La otra vida.

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He estado viviendo otra vida, aquella en la que no hay nada de lo que solía hacer. Una vida sin café de Starbucks, sin salidas a pasear, sin música, sin nada de lo que me gustaba hacer.

Aquella vida, la que no me permite dormir como me gusta por el dolor que genera a mi pierna, una en la que hasta para bañarme necesito ayuda.

Pero, tal vez esta es la vida que necesitaba conocer, una en la que hasta para servirme agua en un vaso necesito de otra persona, la vida en la que 6 horas del día las ocupo para los ejercicios de terapia, asearme me cuesta sesenta minutos y caminar hasta el baño 180 segundos.

La meta para el viernes es doblar la pierna 120 grados y ya no tomar la pastilla para el dolor, no sé si tenga que dejar completamente las muletas, pero el médico determinará si me saca o no todo el líquido derramado esta semana.


Mañana, después de 17 días saldré a la calle. Con ayuda de una muleta emprenderé de nuevo el reto de enfrentarme al asfalto, esta ocasión sola.