La armadura.

=)

Como protección me sirvió lo suficiente para alejarme de la gente y las personas.

Me duró lo suficiente para extrañarme y sentirme rara cuándo alguien me preguntaba acerca de mí o de mi vida.

Fue la mejor barrera entre creer y tener fé.

Como repelente, también me sirvió. Y me ayudó a perder muchas cosas, entre ellas la felicidad.

Pero... ya no me sirve más, ya me pesa y no aguanto, ya no la aguanto.

Así que la armadura se va al clóset, me quedo inmune, ante todo y ante todos.

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