El científico V.

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Mientras disfrutaba del sabor del moka, su mente comenzaba a entra en conflicto con su corazón. Le provocaba una dislexia emocional pensar y sentir al mismo tiempo ¿a qué hacerle caso?.

El teléfono volvió a sonar, dejo que timbrara más de 3 veces, pero se percató que quién estaba al otro lado insistiría, por lo que decidió tomar de nuevo la bocina.

- ¿Diga?

- ¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Te interrumpo?

- No, no, estoy bien gracias, hola. Respondió el científico.

- Sabes, he estado pensando, ¿podríamos tomar una café?

- Claro, pero, en este momento, es decir, al menos hoy me resulta difícil; tengo algunos pendientes, no pude adelantar mi proyecto el fin de semana...

- Sí, entiendo, no, la cita no es para hoy, ¿cuándo tienes un tiempo libre?

Él sabía que el pasado siempre tendría todo su tiempo, pero no quería demostrarlo, no quería que supiera que seguía en posesión suya, cómo el principio.

- Te parece bien pasado mañana por la tarde, mañana tengo unos compromisos previos y no puedo cambiarlos.

- ¡Me parece bien! ¿Puede ser a las 19:00 en el viejo café?

- Ok, te veo pasado mañana en el viejo café.


Se despidieron, colgaron el teléfono y antes de sentarse tomó aquel retrato, ¿Por qué regresas? ¿Para qué regresas? lo dejó sobre el escritorio, tomó sus llaves y salió a caminar; la llamada lo había abrumado.

Caminó un par de cuadras, hasta el parque cercano al edificio, la banca vacía lo invitó a sentarse así que lo hizo, con las piernas estiradas y casi sentado sobre su espalda, el científico estiro todo su cuerpo retomando la postura una vez que sintió que sus músculos agradecían el movimiento.

Cruzó los brazos y haciendo un gesto infantil dijo en voz alta: ¡¿Por qué?!


Miró el cielo y se percató que la noche regalaba un espectáculo de estrellas, desde que comenzó su nuevo experimento no había tenido tiempo de admirar a la naturaleza. Se quedó un momento contemplando aquella luminocidad tan especial, bajó un poco la cabeza y con un movimiento contínuo decía: No, no, no...


Su celular con un timbrazo le avisaba que tenía un mensaje nuevo: "Mira el cielo..." ella, desde otro lado de la ciudad se lo había mandado.

Sonrió, pero no dió respuesta alguna: "Es lo que acabo de hacer..."

Ella sabía que no respondería, así que se conformó con saber que al menos lo leería.

Los minutos transcurrieron y él retomó el camino al departamento, subir de nuevo los 4 pisos le regresaba el oxígeno a la sangre.

Abrió la puerta, la música seguía sonando, "si me ven que estoy llorando es que estoy sacando la nostalgia que ahora vive en mí...", le gustaban las canciones anteriores al tiempo que hoy vivía.

- Vaya, hasta la máquina sabe cómo me siento.

El reloj siguió su camino, el sol anunciaba el nuevo día, el científico tenía que estar en la Universidad, ella en la oficina trabajando y el pasado esperando que fuera el día siguiente para volverse presente.


(Continuará...)

De:

El científico I.
El científico II.
El científico III.
El científico IV.

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